Andrea Torres: “La fotografía es eso: mi vida y mi muerte”

Entrevista por Alexandra Vivanco

“Hablar de mí sin hablar de fotografía es absurdo; (risas) la fotografía me mantiene viva y en estos días difíciles,  eso es suficiente”, dice Andrea Torres, desde su sillón rojo.

La luz entra por una pequeña ventana ubicada a un costado del sillón. Su largo cabello negro  humedece su chaqueta de cuero, su rostro es muy expresivo y sus manos remplazan palabras; sus grandes ojos negros brillan, a pesar de que hoy parezcan un poco tristes. No es muy alta, mide 1,53 metros y de su cuello cuelga su compañera inseparable: una NikonD5000.

¿Cómo se inició en la fotografía?

A los 18 años creo que empezó todo. Siempre me gustó entender las dinámicas de la sociedad; fue más por ese ámbito, por el aspecto social. Siempre me gustó buscar esos momentos especiales que uno olvida, que se pueden capturar. Tú puedes sentir a través de  estar indagando, por ejemplo en los mercados,  qué sucede cuando hay gente vendiendo en las calles. Entonces, sin cámara, me preguntaba cómo puedo transmitir eso que vi. Creo, entonces, que a través de esa herramienta, de la cámara fotográfica,  puedo capturar esas cosas: las ironías de la vida. Sobre todo me gustan los rostros de la gente, las expresiones.

¿Cuál es ese aspecto social de la fotografía?

Es su esencia… Nosotros –los fotógrafos podemos estar ahí, no solamente como espectadores; los fotógrafos no solamente somos espectadores,  cuando tratamos de entenderlo –al hecho social nos convertimos en actores. Con la fotografía pude entender más de cerca a la sociedad. Convivir con la gente, vivir ciertas experiencias que puedes contar, que tienes la obligación social de contar. La necesidad de contar esas historias me llevaron a una cámara y empecé a fotografiar.

Andre, como le dicen sus amigos,  tiene 25 años; estudió fotografía en la Alianza Francesa de Quito; además, ha realizado algunos cursos en CIESPAL y en la Universidad Andina Simón Bolívar. Andrea ejerce la fotografía profesionalmente, aunque no tiene un trabajo estable. El año pasado abandonó la carrera de Sociología en la PUCE, cuando cursaba el último semestre.

¿Cómo combinar fotografía y sociología?

Yo dejé la fotografía por un momento, el primer semestre que seguí Sociología; después me di cuenta de que se pueden complementar. En la Sociología, se trata también de interpretar la realidad, el mundo, pero es más teórico. En la fotografía, tú narras una historia de vida, es más minuciosa. Estar tras la cámara es establecer relaciones y poder contarlas. Necesitamos fotografías vivas que realmente signifiquen.

¿Cómo lograr fotografías vivas?

Tienes que tener mucho cuidado y, sobre todo, ética en el momento de  estar cerca de las problemáticas con tu cámara. Pongamos el ejemplo de Ecuador: hay muchos  centros de fotografía que se limitan a enseñarte la técnica, el funcionamiento y cuando sales al campo, a la calle,  los principiantes ven un mendigo y dicen “esa es la fotografía”. Lo tratan como un objeto, como algo del paisaje. Y es un humano; la primera parte de una fotografía se hace sin cámara, es la convivencia con la realidad,  el vínculo humano que tienes, para  poder entender la situación del mendigo, por ejemplo. No se trata de robar imágenes, de decir ‘aquí está lo que tomé’, se trata de hacer fotografías, fotografías de verdad. La fotografía está viva cuando humaniza.

En esta misma línea, ¿cómo funciona la edición en su fotografía, le quita vida?

Sí, claro que se la quita. Hay que dejar que fluya lo real. Las herramientas  como el Photoshop –edición son solo eso, herramientas de las que no me gusta abusar…. Depende mucho del estilo. Yo me dedico al foto-reportaje, ahí la realidad fluye y solo se retocan pequeños detalles para acentuar la realidad que  está mostrando la fotografía. Me toma mucho tiempo editar las fotografías porque siempre tengo miedo de abusar de las herramientas, me gusta acentuar detalles, nada más, son minúsculos movimientos.  La imagen tiene que estar viva, ser fuerte y eso significa ser sincera, sin tanto truco.

 ¿Cree que el cuidado en la edición  depende de su estilo o es innato en la fotografía documental?

Creo que  es necesario en la fotografía documental, no innato. Aquí hay muchas opiniones, pero creo que también va por el lado del estilo. Es necesario encontrar tu estilo. 

¿Cómo  define su estilo?

Quiero tener imágenes fuertes, una imagen puede decir muchas, muchas cosas, y tener conciencia social. Investigué a fotógrafos del exterior; me centré en aquellos que han visto de cerca estallidos sociales como el movimiento de fotógrafos de Chile o los españoles que vieron de cerca la depresión, me sentí cerca y espero que esa sea mi marca: entender las problemáticas sociales, lo que no se ve.

 Andrea ha tenido oportunidades para trabajar en importantes medios impresos, pero las ha rechazado por cuestiones ideológicas.

Es delicado vender tu trabajo. Por ejemplo en los medios, pueden poner cualquier pie en tu fotografía, pueden destruirla; es un poco incómodo, prefiero ser ‘freelance’,  para  tener libertad, no tienes jefes. Es difícil, no lo voy a negar, pero es gratificante, te llena.

La joven fotógrafa es la fundadora de la página de fotografía documental  Ñawi Photo. Hace seis meses creó la página y cuenta con 137 seguidores.

Quiero regresar a un tema: ¿por qué dejó su carrera en el último semestre?

Tenía muchas diferencias ideológicas. Mi militancia política fue la razón principal.

¿A qué se refiere?

Soy comunista, soy una marxista leninista. Milito en el movimiento Vientos del Pueblo, hacemos trabajo en los barrios del sur de Quito; lo nuestro no es solamente la teoría, es la práctica, es estar con la gente, trabajar por, con y para la gente…. A veces, la fotografía es difícil en ese contexto

¿Cómo es la lucha de la que habla?

Suena gracioso, pero es una lucha como escape. La fotografía es también es un escape. Un escape de emociones. Te entregas mucho cuando estás fotografiando,  te sientes más humana. A mí me hace feliz. Me lleno de esos sentimientos. Como para el escritor es el lápiz, para mí la cámara es como un brazo más…. Es mis ojos.

Andrea piensa volver a la universidad el semestre que viene; cree que es necesario terminar las “cosas que empieza” y que, posiblemente, eso le devolverá un poco de estabilidad a su vida.  Andrea está pasando una época difícil: desde hace seis meses está luchando contra la depresión.

(Me asusto un poco, parece que Andrea va a llorar, trata de sonreír. Busco inútilmente cambiar de tema para que se recupere)

 No, no, está bien, quiero hablar de esto. (Suspira) Hay días que no me levanto de mi cama, siento que he fracasado. Creo que esa inestabilidad es la desventaja de ser una artista y —mira qué ironía— lo que me mantiene es esta pasión por la fotografía, este compromiso que tengo con la gente.

La fotografía es eso: mi vida y mi muerte

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